Amo mi cuerpo. Así, como es hoy. Con cada curva, cada línea, cada marca o arruga. Amo mis formas angulosas, mis piernas y mis brazos delgados, mis pechos pequeñitos y planos, mi piel suave y áspera, lisa y arrugada… mi rostro surcado por el paso del tiempo… Mi cuerpo vivió encogido muchos años, también intentó abrirse paso, y se estiró en algunos tramos. Vivió cuatro embarazos, y tres partos. Dio de mamar a tres bebés. Mi cuerpo vivió temporadas de heridas, de felicidades… de experiencias que lo marcaron. Experimentó el placer y el dolor. Hoy acepto y amo toda mi vida reflejada en él. Hoy lo abrazo. Lo libero. Lo reconozco.
Pienso en las mujeres… en lo mucho que nos avergonzamos de nuestros cuerpos, en lo mucho que nos exigimos y menospreciamos. En lo que nos cuesta abrirnos al placer sin más, abrirnos a recibir sin la “obligación” de dar… en lo mucho que arrastramos… tantas vidas de cesión, de silencio… de hacerme de menos para que el otro se sienta bien, de maltrato, de vejación, de culpabilidad.
Tiempo de sanar, de comprender esa línea de tiempo con sus vivencias … y por tanto, tiempo de amar. Amar todas esas vidas de dolor y sufrimiento… darles su valor y agradecer la valentía que tuve de vivirlas, los aprendizajes que venían de su mano, perdonar a todos los implicados, que jugaban su papel, y perdonarme a mí misma por haberme maltratado y culpabilizado.
Pienso en lo poco que hoy nos enseñan a aceptar verdaderamente nuestro cuerpo, este vehículo sagrado con el que vivimos esta larga experiencia en la Tierra. En lo poco que nos enseñan a amarlo tal como es, a leer y a comprender en él las heridas que hemos venido a sanar.
Somos sagrados porque venimos de esa Fuente que Todo lo Ama. Por tanto nuestro cuerpo también lo es. Mujeres altas, bajas, flacas, gruesas, gordas, anchas, estrechas, huesudas, blanditas, morenas, castañas, rubias, peludas, lampiñas… todas ellas gloriosas, todas ellas Diosas en cada línea de su cuerpo.
Hoy acepto y amo mi cuerpo, acepto y amo toda mi vida reflejada en él. Prometo escucharlo y cuidarlo cada día con cariño. Hoy lo abrazo. Lo libero. Lo reconozco.