Escucha… ya está llegando… silencioso, suave como copos de nieve, trae la pureza y barre lo obsoleto, lo inservible, para dejar paso a los nuevos comienzos… es… el Manto Blanco de la Navidad.
¿Puedes sentirlo? Su luz acaricia ya toda la Tierra y a los hombres que en ella vivimos. Deja que caiga sobre ti, abandónate a ese misterio incomprensible de Dios que se hace niño recién nacido, que esa inocencia te empape… todo nacimiento es un comienzo, éste viene amparado por la Luz infinita de Dios.
Blanca Navidad, Rayo Blanco, pureza, limpieza, lo nuevo que comienza…
El Espíritu de la Navidad es un ángel solar que pasa derramando su Gracia la noche del 24 de diciembre y al que podemos volver los ojos y confiarle nuestros deseos. Para ello basta con abrir el corazón como lo haría un niño, dejando juicios y suspicacias mentales fuera de juego. Abrir el corazón para dejar salir la luz de su sabiduría. El corazón sabe… conecta sin florituras con la Navidad y con lo que mueve en nuestro interior de hombres y mujeres luminosos viviendo en esta Tierra de apasionadas y duras experiencias y aprendizajes. Y sabe que estos días podemos volver los ojos más fácilmente a nuestro divino niño interior y a su divina alegría, a la confianza sin más, a la mirada inocente y pura hacia todos los que nos rodean sin distinción alguna.
Cerrad los ojos por un instante, dejad caer ese Manto Blanco sobre vosotros, vuestros hogares, vuestras familias, dejad que caiga sobre la Tierra… aquí, ahora y siempre… ¡Feliz Navidad!